domingo, 3 de junio de 2007

Eugenio garcía Lavedese (Memorias de un conspirador republicano)

Javier Menéndez nos envía esta curiosa y rara entrada. No dejéis deleerla
Hallábame ya en la frontera misma: con sólo dar un paso me encontraría fuera de España. ¿Iba a ser por mucho tiempo?Pensé en mis libros más queridos: Argensola, Alarcón, Rioja, Víctor Hugo, Musset... ¿volvería a verlos como los dejaba? Durante una larga ausencia había tenido ocasión de observar que a los ratones les gustaban los buenos versos. Desde entonces nunca abandoné mis libros sin tomar ciertas precauciones que en mí se hicieron habituales. Colocaba los buenos a ciertaaltura y debajo los malos. Esta maniobra que, según mi costumbre, había puesto en práctica a mi salida de Madrid, me tranquilizaba un poco. Mis poetas favoritos habían quedado arriba y abajo había prosa de Cañete y versos de Cánovas para que los ratones se entretuvieran.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Javier, muy original e inquietante este texto!
Allá va otro fragmento, de "El hombre en busca de sentido", de Viktor Frankl (Austria, 1905-1997.
Por cierto, que el libro entero merece la pena y la historia personal de Frankl, también.

" Pero mi mente se aferraba a la imagen de mi mujer, a quien vislumbraba con extraña precisión. La oía contestarme, la veía sonriéndome con su mirada franca y cordial. Real o no, su mirada era más luminosa que el sol del amanecer. Un pensamiento me petrificó: por primera vez en mi vida comprendía la verdad vertida en canciones de tantos poetas y proclamada en la sabiduría definitiva de tantos pensadores. La verdad de que el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar el hombre. Fue entonces cuando aprendí el significado del mayor de los secretos que la poesía, el pensamiento y el credo humanos intentan comunicar: la salvación del hombre está en el amor y a través del amor. Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad -aunque sea sólo momentáneamente- si contempla al ser querido. "