miércoles, 9 de mayo de 2007

La lengua absuelta (Elias Canetti)


Mi recuerdo más remoto está bañado de rojo. Salgo por una puerta en brazos de una muchacha, ante mí el suelo es rojo y a la izquierda desciende una escalera igualmente roja. Frente a nosotros, a la misma altura, se abre una puerta y aparece un hombre sonriente que viene amigablemente hacia mí. Se me aproxima mucho, se detiene, y me dice: "¡Enseña la lengua!". Yo saco la lengua, él palpa en su bolsillo, extrae una navaja, la abre y acercando la cuchilla junto a mi lengua dice: "Ahora le cortaremos la lengua". No me atrevo a retirar la lengua, él se acerca cada vez más hasta rozarla con la hoja. En el último momento retira la navaja y dice: "Hoy todavía no, mañana". Cierra la navaja y la guarda en su bolsillo. Cada mañana cruzamos la puerta y salimos al corredor rojo, se abre la puerta y aparece el hombre sonriente. Sé qué es lo que va a decir y espero su orden para mostrar la lengua. Sé que me la cortará y cada vez tengo más miedo. Así comienza el día, y la historia se repite muchas veces.

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